domingo, 29 de abril de 2012

Creer en una mentira.

....Esto no es ni bueno ni malo, ni correcto ni incorrecto. Es
sencillamente lo que sucede y nos ocurre a todos nosotros.
Aprendemos a ser un miembro de nuestra sociedad,
aprendemos una lengua, aprendemos una religión o
filosofía, aprendemos a ser de una manera determinada y
estructuramos todo nuestro sistema de creencias
basándonos en todas las cosas que nos han dicho. No
tenemos razón para dudar de lo que otras personas nos
dicen
, hasta que se nos rompe el corazón por primera vez y descubrimos
que algo de lo que nos dijeron no es verdad
 .Vamos a la escuela y oímos hablar a los niños mayores.
Hablan de nosotros y dicen: «¿Ves a ese niño? Todavía
cree en Santa Claus». Tarde o temprano descubrimos que
Santa Claus no existe¿Te acuerdas de tu reacción, de cómo te sentiste cuando descubriste que Santa Claus no era verdad? No creo que tus padres lo hicieran de mala intención. Creer en Santa Claus constituye una maravillosa tradición para millones de personas. La letra de una canción describe lo que nos dicen sobre el símbolo que conocemos como Santa Claus: «Mejor que tengas cuidado, mejor que no llores, mejor que no te enfurruñes y voy a decirte por qué: ¡Santa Claus está llegando a la ciudad!» Nos dicen que Santa Claus sabe todo lo que hacemos y lo que no hacemos; sabe cuando hemos sido malos o bueno; sabe si no nos lavamos los dientes. Y nosotros nos lo creemos.

Llega la Navidad y vemos que hay una enorme diferencia entre los regalos que reciben los niños. Digamos que le pediste a Santa Claus una bicicleta y que fuiste bueno todo el año. Tu familia es muy pobre. Abres tus regalos y no recibes la bicicleta. Tu vecino, que fue muy malo —y sabes lo que significa muy malo—, recibe una bicicleta. Dices: «Yo he sido bueno, este niño ha sido malo, ¿cómo es que yo no he recibido una bicicleta? Si Santa Claus sabe realmente todo lo que yo hago, seguro que sabe todo lo que ha hecho mi vecino. ¿Por qué Santa Claus le trae una bicicleta a mi vecino y a mi no?»

Es sencillamente injusto y no entiendes el porqué. Tu reacción emocional es la envidia, el enfado e incluso la tristeza. Ves al otro niño dar vueltas felizmente con su bicicleta, portándose peor que nunca y quieres ir a pegarle o a romperle la bicicleta. Injusticia. Y ese sentido de injusticia nace de creer en una mentira. Es una mentira inocente y, por supuesto, sin ninguna mala intención, pero tú te la crees y estableces un acuerdo contigo mismo: «De ahora en adelante, no seré bueno. Voy a ser malo, como mi vecino». Más adelante descubres que Santa Claus no existe; no es real, pero ya es demasiado tarde. Ya has soltado el veneno emocional; ya has sufrido el enfado, los celos, la tristeza. Ya has sufrido por haber establecido un acuerdo que se basaba en una mentira.


Ahora si, tuve que copiar y pegar este fragmento de un libro que se llama "el quinto acuerdo" de Dr. Miguel Ruiz.  Por que la verdad este hombre es un maestro y no hay forma de escribir mejor, que la forma en la que el lo hizo. Ahora en mi vida es cuando me ha empezado a afectar que las mentiras gobiernen al mundo.

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